PnF - Rebelion - Cap1

"¿En dónde están esas actualizaciones?" Phineas gruñó en un respiro mientras ojeaba un folder con información documentada sobre el dictador de Danville.

"Ya llegarán, no te preocupes." Ferb se sentó frente al computador, los ojos fijos en la pantalla mientras observaba la data siendo extraída y descargada desde la base de datos del centro de control de Danville. Le tomó un par de meses, pero pronto logró hackear la seguridad del sistema y tener acceso a toda la información del gobierno de la ciudad.

Phineas lamió sus dedos mientras los deslizaba sobre viejos recortes de periódico y hojas con recuentros de lo que sucedía en Danville desde hacía tres años. Después de que su casa fuese quemada, encontraron que, sorpresivamente, no había cuerpos para recuperar. Eso no solo significaba que su familia estaba viva, significaba que no estaban allí. Simplemente no sabían en donde se encontraban ahora. Ahora bien, la desaparición de la novia de Ferb, Isabella García-Shapiro, dio mucho de qué hablar. Tan pronto lo supieron, Phineas y Ferb la llevaron consigo después de que su padre fuese públicamente ejecutado por hablar en contra de las nuevas reglas. La regla más nueva, en ese momento, fue llamada "Proyecto implantación". Cada persona en Danville debía tener un chip implantado, y los García-Shapiro tenían una fuerte aversión a la norma. El "Proyecto implantación" consistía en un chip que era colocado bajo la piel de cada ser humano habitante de Danville. Todo su historial médico, archivos, información, código genético y mucho más, era grabado en el pequeño chip. También funcionaba como un dispositivo localizador, aspecto que se encargó de los criminales que se ocultaban por doquier. Afortunadamente, Phineas y Ferb lograron des-implantar a Isabella una vez la encontraron. Tomó mucho trabajo, pero ella estaba fuera y la llevaron bajo tierra. A la Danville Subterránea.

Danville Subterránea fue creada por los hermanos, construida con túneles secretos que se asimilaban las rutas de los ductos de agua que cruzaban el Área Limítrofe. Fue construida para cualquier persona que se opusiera al líder de Danville y deseara ser des-implantado. Phineas, un talentoso diseñador web, había logrado programar cada computador en Danville (excepto por los del gobierno) para tener su lista de contactos. Cualquiera que pidiese la des-implantación sería conducido a través de los sistemas por cápsulas de transporte, activadas cuando la petición fuese enviada. Solo entonces, la persona sería guiada al laboratorio de Ferb, localizado bajo su viaja casa, donde lograrían desactivar el chip y darle un tatuaje especial, un símbolo de que ahora pertenecían a Danville Subterránea. Eran asignados como espías, personas que observaban las actividades del dictador mientras un plan de rebelión era  lentamente creado.

Tenían ahora su propia pequeña casa bajo tierra, específicamente bajo el centro comercial de Danville, donde se daba la mayor cantidad de actividad. En ocasiones, si contaban con suerte, podían entrar al sistema de vigilancia de cámaras en el centro comercial y escuchar las conversaciones de las personas o vigilar a la policía que había estrictamente tomado el juramento de no ir en contra del dictador. Arrestaban a cualquier posible sospechoso de actividad ilegal y podían escanear los delitos cometidos por cada persona a su antojo con una caja pequeña, que parecía un control remoto. Cuando presionaban un pequeño botón verde en medio del dispositivo, la información de por qué la persona había sido arrestada o el delito por el cual había estado en prisión, pasaba a sus manos.

Ferb sonrió y respiró con alivio cuando las actualizaciones aparecieron en la pantalla. Phineas voló inmediatamente a su lado, observando la información y tomando notas precisas. Dos parejas habían sido ejecutadas esa semana por haber intentado la des-implantación por cuenta propia. Era triste que no acudieran a él, pensó Phineas con pesimismo. Las tasas de suicidio se habían incrementado también. El corazón de Ferb se estremeció, ya que una de las chicas con las que solía estudiar se encontraba entre los muchos fallecidos. Su nombre era Elaine Waverlayn. Pero por lo demás, no había nada nuevo con el presidente. Nada de carácter personal que los chicos pudieran hacer hoy. Nada que pudiera acabar con la vida de ese hombre.

Isabella entró a la habitación, una bebé descansaba en su regazo. No era suya, pero cuidaba de los niños y bebés en una pequeña enfermería localizada a un viaje de un minuto en cápsula. La pequeña estaba bastante feliz mientras Isabella jugaba con ella para mantenerla despreocupada. Ferb sonrió cuando la niña pidió a Isabella que jugara nuevamente con ella.

Su cabello había crecido en los años de ayuda a los chicos, pequeñas bolsas de cansancio se habían formado bajo sus ojos y líneas de preocupación habían aparecido en su joven rostro. Pero para Ferb, su prometido, era la cosa más hermosa sobre el planeta.

"Hola, linda," el chico sonrió nuevamente cuando sus labios se encontraron en un beso gentil. Con sutileza apartó a la bebé de Isabella y la sostuvo entre sus manos marchitas. Ferb adoraba a los bebés. Mientras que Phineas apenas podía torpemente tenerles entre sus manos para luego distraerse con una caja de herramientas, Ferb era mucho más cercano a los niños. Le fascinaba cuán pequeños podían ser y cómo en solo nueve meses algo tan hermoso y perfecto podía nacer. Besó la frente de la pequeña. Tenía unos claros ojos azules y el cabello rubio.

"Eres grandioso con los niños." Isabella parecía casi divertida con sus muestras de afecto, revolvió su cabello y disfrutó del tenue rubor que se asomó en sus mejillas. Desvió su atención a la pantalla donde Phineas tomaba un par de notas más, sobre cómo el gobierno tenía sospechas de que los hermanos estaban escondidos en un país lejano cuyo nombre era difícil de pronunciar. Eran cautelosos en extremo.

Ferb posó la mirada en la chica de sus sueños y sonrió, regresando casi a regañadientes a la pequeña a sus brazos. "Simplemente me asombran. Creo que son…adorables…" pronunció con dificultad para terminar con una sonrisa. Phineas dejó escapar una tos pequeña y sorpresiva.

"Aunque me encanta escucharlos balbucear mutuamente realmente debemos trabajar. Ferb, ¿has trabajado recientemente en esa bomba?" Dijo Phineas con apuro y apretó la pluma con fuerza. Limpió un par de lágrimas en sus ojos y se forzó a bajar el rostro.

Ferb suspiró al girar en su silla hacia Phineas, dándole a Isabella una sonrisa de disculpa. Hoy era el aniversario de la caída de su casa y el pobre pelirrojo aún no se reponía del traumático y dramático fin de, lo que el pensaba, era una vida perfecta. Recuperó el aliento y miró una vez más a la pantalla antes de que todo se apagara de súbito. El sistema había sido apagado.

"¿¡Qué rayos!?" Phineas exclamó, saltando sobre el teclado y mirando alrededor con nerviosismo. Ferb palideció al revisar el monitor, la torre y el cableado en totalidad. Solo una mirada bastó para saberlo: alguien lo había apagado. No se restauraría en un tiempo, no hasta que la persona que lo había cortado decidera conectarlo nuevamente.

"Maldita sea." Ferb dijo entre dientes mientras encendía el computador portátil de emergencia. Era demasiado lento y no podía almacenar tanta información como el computador que habían usado antes, pero ese tipo de cosas sucedía y sabían que no podía durar demasiado. Significaba que había malas noticias. Grandes noticias.

"Apresúrate, Ferb. Debemos entrar a ese archivo". Ferb pudo sentir las uñas de su medio-hermano enterrándose en su hombro y gruñó, haciéndole entender que le diera espacio. Comenzó a teclear para infiltrarse en el sistema del gobierno y, en un parpadeo, habían regresado al mismo archivo, con más información.

Phineas sonrió con anticipación. Sus ojos se abrían con exasperación al leer cada frase. Era perfecto. Era todo demasiado perfecto.

"¡Ganamos el premio mayor!" Palmeó la espalda de Ferb e incluso abrazó a Isabella y a la pequeña que ella cargaba. Phineas bailó a través de la habitación y se detuvo, jadeando, y observó la foto de su familia sobre la mesa de café. Tomó la fotografía y la acarició con su pulgar.

"Vamos a encontrarlos." Le susurró con suavidad a la foto antes de dirigir la mirada a Ferb.

Ferb observaba la pantalla en estado de shock. Después de todo ese tiempo…la habían encontrado. La clave para encontrar a su familia. Podrían traerlos a casa. Podrían des-implantarlos y podrían ser una familia nuevamente Y una vez que eso sucediera, no había nada que pudiese detenerlos de ejecutar el último paso.

El último paso: la bomba.

"Oye, Ferb… ¿en qué han estado trabajando? ¿Una bomba?" Los delicados dedos de Isabella masajearon con suavidad los músculos del cuello de Ferb, haciendo que se tensara un segundo para luego relajarse en sus gráciles manos. Ella dio un paso atrás y acarició su cabello, depositando un beso en él. Phineas estaba entonces danzando con la fotografía y la pequeña niña rubia e Isabella realmente no quería interrumpirle.

"Sí…" Ferb dijo suavemente mientras acariciaba su mejilla. Giró la silla para encontrar su mirada. "Ferb y yo hemos estado planeando esto por mucho tiempo y una vez que logremos sacar a nuestra familia de ese lugar, estaremos en perfectas condiciones para convertir esta rebelión en acción. La bomba se activará cuando el líder camine sobre la plataforma del Ayuntamiento mañana." Ferb sonrió al pensar en la imagen de ese hombre volando por los aires. Lo odiaba demasiado, estaba casi anticipando su destrucción.

Isabella suspiró alegremente con ese pensamiento y se apoyó sobre el chico, disfrutando la suave esencia de gasolina en su ropa. "Es solo cuestión de tiempo…"dijo sutilmente, besándolo con candidez.

Ferb sonrió sombríamente y susurró, "La venganza es demasiado dulce."
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Original: Orthgirl123 | Traducción: sam-ely-ember © 2010